Es el inicio de un largo proceso artesanal que nos permite conservar la pieza durante su curación natural.

El proceso comienza con la clasificación e identificación con una cuerda por rango de peso para determinar los días de salado de cada pieza. Todas las piezas reciben 1 día de sal por kilogramo que tenga la pieza. Cada saladero es distinto y dependiendo de la zona de producción se da más o menos sal conforme. Aunque lo general es que cada pieza esté un día por kg. enterrada completamente en sal.

A día de hoy existen nuevas técnicas, como son la de dar la sal en cubas de plástico. Muchas veces se sigue respetando la tradición y salando directamente una pieza sobre la otra formando una pila para dejar la separación justa y que no se toque un jamón con otro.

Terminado el proceso de salado, cada jamón o paleta se lava y cepilla con agua tibia para eliminar la sal adherida y se deja reposar para unos días más tarde pasar al secadero.

Esto es solo el principio de un largo camino de 3 o 4 años que dura la curación completa de la pieza hasta que puede empezar a cortarse.